Minutos de odio
El lunes pasado en
el Parque Independencia se celebró una manifestación de apoyo a la sentencia
No.168/13 dictada por el Tribunal Constitucional y en la que hubo una
considerable concurrencia de ciudadanos. A raíz de la referida sentencia, en
los medios de comunicación hay un fuerte debate respecto a lo que algunos
consideran un acto patriótico y reafirmador de la soberanía nacional y otros
(incluyéndome) ven en este acto jurisdiccional una vulneración latente de
varios derechos fundamentales y de diversas disposiciones constitucionales.
Este debate es
propio de cualquier Estado que se considere mínimamente democrático, toda vez
que la democracia apela al disentimiento; pero dentro de cauces legítimos. Tanto
aquellos que expresan su disconformidad con la sentencia No.168/13 como los que
entienden que es una decisión de acuerdo a la Constitución tienen el Derecho de
expresarse libremente, de congregarse y manifestarse. Ahora bien, ni los que
disienten ni los que apoyan la sentencia deben incitar a la violencia y al odio
porque esa acción sale del cauce legítimo de una democracia.
Menciono esto
porque en la manifestación del lunes en el Parque Independencia se
coreó “muerte a los traidores” y se desplegaron afiches con mensajes de
odio. Por si fuera poco, también ha salido a la luz el
“Álbum de los traidores” donde se identifican a diversas figuras públicas
que han disentido con la decisión del Tribunal Constitucional.
Desde el momento en
que para la afirmación de una posición en el debate democrático se recurre a la
instigación del odio y la violencia, entonces nos encontramos ante una ruptura
en la discusión de ideas en una democracia y pasamos a la situación en que una
de las partes del debate descalifica a la otra al considerarla enemiga. Esto
tiene consecuencias graves.
En primer lugar,
quizás la más palpable: la imposibilidad de la sociedad de llegar a un acuerdo,
que es el fin mismo de toda discusión de ideas en un Estado de Derecho. Y en
segundo lugar, la negación del otro. Esta última conlleva a desconocer al otro
como igual en derecho, lo cual se traduce en negar el derecho a disentir que
tiene el otro.
De esta forma no
hay discusión democrática sino fuerza. Lo cual debe ser condenado por todos
aquellos que creen en la libertad y en el debate de las ideas en una sociedad.
Sé que esos que corearon “muerte a los traidores” ni que hicieron el Álbum de
los Traidores son la mayoría de los que se manifestaron en el Parque Independencia.
Sin embargo, no
dejan de rondarme en la cabeza interrogantes sobre la responsabilidad de los
organizadores de la manifestación frente a esos coros. ¿Acaso no escucharon el
coro durante la congregación? Y si lo escucharon, entonces, ¿por qué no detuvieron
los cánticos y reprimieron esas actitudes? ¿No vieron las pancartas ni el álbum
de los traidores? ¿Será que también consideran traidores aquellos que disienten
de su posición respecto a la sentencia No.168/13? Pienso que si los
organizadores del evento no han mostrado su disconformidad con estos graves
hechos, son cómplices de patrocinar el odio e incitar a la violencia. Lo cual
es una irresponsabilidad tremenda de parte de ellos.
Asimismo, respecto
de aquellos patriotas que manifiestan con tanto ímpetu su intolerancia y piden
la muerte de los “traidores”, me pregunto dónde han estado durante las
protestas cívicas como la del 4% del PIB por educación, contra la reforma
fiscal, contra la rampante corrupción y la incesante impunidad. ¿o es que solo
se hace patria cuando se expresan los prejuicios y se proclama la muerte de los
enemigos de la nación? ¿No sería mejor
encauzar esas energías hacia la construcción de la patria mediante el reclamo
del apego del Estado al Derecho, en vez de instigar a la violencia durante los
minutos de odio?
Publicado originalmente el 7 de noviembre de 2013 en el portal acento.com.do
Comentarios
Publicar un comentario