Por una reforma policial.
La
Policía Nacional (PN) si bien no es la institución más
podrida de la República Dominicana, seguramente está entre las tres
instituciones más corruptas de la nación y hace tiempo que está dando las
muestras de su creciente ineficiencia. Para ilustrar un poco, en lo que va del
año dos conflictos lo demuestran fehacientemente: los enfrentamientos en
Salcedo, la rebelión de una veintena de policías en San Francisco de Macorís y
los incidentes ocurridos el pasado viernes 20 de julio en la Universidad
Autónoma de Santo Domingo (UASD).
Ahora
bien, estos son conflictos meramente coyunturales y que son fácilmente
olvidados producto de la tergiversación de la realidad que causan los medios de
comunicación y nuestra corta memoria, que nos impide retener hechos tan dañinos
como esos. Lo grave de estos acontecimientos es que muestran una PN cada vez más violenta e irrespetuosa de
los derechos de las personas,
cada vez más propensa a agravar los conflictos y cada vez más descarada.
Particularmente,
me considero más inseguro cuando rondan patrullas policiales en los lugares en
donde estoy y así mismo creo que muchas otras personas se deben de sentir
cuando dos agentes le cruzan por el lado con armas largas en una motocicleta.
Esto es debido a la total pérdida de confianza que tienen las personas en esta
institución, lo cual se traduce en una crisis de legitimidad de la Policía
Nacional.
La
institución está hoy en plena turbulencia debido a los problemas fundamentales
que le afectan. El primero de todos –y tal vez el causante de los demás- es el
cáncer de la corrupción de vive en sus entrañas. Ya este cáncer ha infectado
todos los estamentos de la PN y poco a poco hace metástasis. Esto se prueba con
la sensación de inseguridad que tienen los ciudadanos porque no son uno ni dos
los testimonios en los tribunales penales, en los carros públicos, en el metro
o en la comodidad de un colmado, que muchos ciudadanos narran con clara
precisión las circunstancias en que fueron detenidos porque no pagaron un
“peaje” o debido a que no contribuyeron con la cena de los agentes. Esta
institución que debería velar por la protección efectiva de las personas, es la
primera en desconocer todas las libertades civiles y convertirse en verdugo.
Otro
problema visceral es la falta de recursos económicos y la mala retribución a
los agentes. Es perfectamente lógico que un raso con un sueldo de unos cinco
mil pesos (RD$5,000.00) mensuales no quiera arriesgar su vida en las peligrosas
calles de un barrio marginado. También es consecuencia racional que el agente
decida ganarse un dinero extra ocultando microtráfico o extorsionando y más
cuando está consciente de la remota posibilidad de ser sancionado por las
autoridades.
Además,
la PN carece de mecanismos reales de preparación de sus agentes. Los policías
deben de tener un entrenamiento real y que vaya conforme a las más avanzadas
técnicas prevención de crímenes o de contención de protestas. Es inaceptable
que miembros del cuerpo policial lancen bombas lacrimógenas hacia civiles
desarmados dentro de un edificio para “controlar” una protesta, toda vez que
con esa práctica ponen en riesgo las vidas de esas personas y en lugar de
disminuir el nivel de violencia del conflicto, lo intensifica. Es increíble que
al día de hoy, la PN no cuente con una división antimotines capaz de
verdaderamente controlar una insurgencia ciudadana y no contingente especial
como los “swats”, cascos negros o “topos”, que reprimen todo alzamiento
violentando derechos y terminando con resultados lamentables.
Debo
aclarar que no sólo basta con una mejor preparación de los agentes de la PN en
cuanto a técnicas policiales y pericia; sino también una buena preparación académica para que los
agentes conozcan cuales son los derechos de los ciudadanos ya que la mayoría
los desconoce.
Todos
los problemas que señalé en los párrafos anteriores, se vierten en la
cotidianidad con los miles de muertos a mano de los agentes policiales en los
famosos “intercambios de disparos” condenados por un amplio sector de la
sociedad (recuerden: Policía no me mates que yo me paro en lo claro) y
por Amnistía Internacional, en la micro guerra civil del municipio de
Salcedo, en la rebelión policial de San Francisco de Macorís y en la violencia
desmedida contra los estudiantes de la UASD.
Y
son estos hechos que hacen incuestionable la urgencia de una reforma
institucional de la PN, sin tener que relatar los constantes abusos de poder
que hace la policía a los ciudadanos de a pié, las extorsiones y las
detenciones ilegales que sufren muchos ciudadanos. Por estos motivos, la
sociedad dominicana TIENE que
condenar los ocurrido en Salcedo, donde la negligencia policial le costó la
vida a 5 personas y convirtió al pueblo en una zona de guerra. Los dominicanos
tenemos que indignarnos ante los abusos y la brutalidad que vivieron decenas de
estudiantes el pasado viernes 20 de julio en la UASD y por supuesto, tenemos
que preocuparnos mucho por incidentes como el acontecido en San Francisco de
Macorís, una rebelión policial, que muestra a una policía por encima del bien y
el mal.
El
gobierno no puede querer engañar a la ciudadanía con una solución infructuosa
como la profilaxis de las filas policiales, la fiebre no está en las sabanas y
es momento de una reforma integral en la que se dignifique al agente policial y
se le prepare para ofrecer un servicio honorable a la nación. Ya basta de la
destrucción de chozas en los barrios marginados por los agentes “topos”, basta
de la colocación de drogas, del cacheo y de los ajusticiamientos. La reforma es
ahora.
Thiaggo.
El otro día viendo televisión con una amiga, comentaba lo gracioso que suena a oídos dominicanos cuando en una película dicen "¡Llamemos a la policía!" ¿Cuándo en la vida se oye eso aquí? ¿Cuándo en RD? Ciertamente, la población NO CONFÍA en la policía, en lo más mínimo.
ResponderEliminarCreo que una alternativa podría ser disminuir la cantidad y aumentar la calidad.
Si no hay dinero suficiente para aumentar los sueldos y preparar bien a todos los agentes policiales, entonces, tengamos menos agentes, mejor pagados y verdaderamente entrenados para su labor.
Gracias por compartir el artículo, Thiaggo.